viernes, 14 de marzo de 2014

ROCAS SUELTAS

fue el tiempo de la diáspora
cuando todo quedó desierto/
dio vuelta el viento
y rayos de fuego iluminaron
la fragua del horizonte/

mis pies resbalaron en la escarcha
de la montaña con su sombrero de nieve/

sentí frío
                 sentí  miedo/
un tumulto de rocas me perseguía/
grandes como mis culpas/
duras como mis remordimientos/

                                           Inés  Bianchi.   

jueves, 17 de enero de 2013

del libro "Caminos de Lluvia"

MISIVA
la noche se embriaga de azahares
gajos dulces con olor a pájaros
con las semillas del tiempo
la espera se acaba
de boca en boca el mensaje
lacrada la fecha
el licor se hace alcohol en los labios
siento el rojo palpitar de la hora fijada
en el cielo naranja se apaga la última luz
cuando escucho la noticia
en la  esquina del último árbol
ha caído el cartero con su sobre chorreando tinta
de la mentirosa despedida.
                                                   Inés  Bianchi.

 AL  TACTO
 siento el castigo
 como marejada contra el malecón
 el sabor acre de
 espumas oxidadas
 no el dulce beso que en los labios me deja
 el néctar que chorrea de la flor madura
 investida en juez
 lava mis culpas violetas
 mis errores bañados de agua turbia
 después
 mis dedos buscan al tacto
 desniveles crueles
 ampollas en la piel desnuda
 clama la inocencia en vano
 clama la piedad esquiva
 desvaríos de la mente
 que no puede olvidar
 suave el perdón
 que el corazón diluye como miel
 caída de insectos calientes
 cierro los ojos y me dejo mecer
 por el rítmico latido
 si no te hubiera amado tanto!
                                                                                                                        tanto!
                                                                                                                                 Inés  Bianchi.

DORMIDA  EN  LA  ARENA

desde el fondo de un bosque de algas vivas
se alza el bramido de verdes espumas
lleva en su cresta el filo de una navaja
que corta la soledad
en miles de soles diminutos

quiero saciar mi sed
pero la sal quema los labios
levanto mi falda
y las piernas se hunden
es inútil que el viento levante mi pelo
es inútil que agite mis brazos
una saeta roja me abate
            roja de cien  combates
y caigo
             gaviota herida
la piedad de una pluma
cierra la mirada

                       las alas duermen.
                     
                                            Inés Bianchi.

MAÑANA  DE  BODAS

desnuda en el bosque umbrío
mis pies pisaban sobre el camino
                     flores blancas
frutos como faroles rojos
lucían los árboles
se oía cercano el murmullo del río
y sobre mi piel mojada la hierba húmeda
campanas de boda repicaban lejanas
alegría e carruajes
la Iglesia vestida de luces
en los pabilos de fuegos tenues
era un domingo de almidón y vino
donde temblaba el brindis
en el cristal de los augurios

y yo/
          desnuda en el bosque umbrío.
                                                             Inés  Bianchi.
                                                                                      


domingo, 1 de mayo de 2011

29-4-2011.-

VÉRTICE

la tarde está en calma
se abre al sosiego protector
y sin embargo
todo está en movimiento:
declina la luz en el cenit
nacen y crecen hierbas
insectos y flores zumban como abejas
perfumando el aire
por los troncos erguidos
sube la savia silenciosa
mientras late nuestra sangre

el vértigo me lleva
y siento
que estoy en la punta del árbol
que mece el bosque
la locura gira en torbellino
cierro los ojos: pero el vértigo me encierra
en círculos concéntricos
cada vez más veloces
hacia el vértice final y oscuro
de la última vuelta.

Inés Bianchi.

jueves, 8 de abril de 2010

Poemas del libro "La Niña" de Ines Bianchi

sentada en la galería
el arco de su pie
deja caer la música
sol indiferente y vago que ilumina
un pasto que no crece

caen de sus cabellos
cenizas de otros vientos
sobre el blanco hilo
del libro.


El Cuarto

como heridas del árbol
la mesa
los muebles
las puertas
gotas de sangre blanca

del mantel nace la fuente desnuda
ella junta las manos
bebe la savia como leche dulce y pegajosa
que no volverá a brotar

cuando la madera se eleve y se transforme
las flores no sabrán que se nutren
de esos garfios hundidos
en la oscura tierra de estiércol y cenizas
Madre
sembrás sobre las ramas que brotan en las grietas
y que la lucha ha hecho crecer

entre las hojas yace
un musgo nuevo
un hocico que huele el pasto
mi pupila que lo sigue
es un agujero negro.